Las previsiones meteorológicas no han servido únicamente para saber si la agricultura se verá beneficiada por la lluvia o si podremos tomar el sol o abrigarnos más. Muchos países en guerra han utilizado las previsiones como medio para llevar a cabo ataques por sorpresa o incluso invasiones terribles. Explicamos un par de ejemplos que lo demuestran.
Cuando Hitler estaba a punto de invadir Noruega y Dinamarca, consultó al mejor meteorólogo para que le hiciese unas previsiones de toda Europa por zonas. Se guardó de indicarle la zona que le interesaba. La fecha de la invasión se hizo en consonancia con las previsiones recibidas que por cierto salieron al pie de la letra. Hitler agradecido con el meteorólogo le regaló un reloj de oro con una inscripción personalizada.
Uno de los ejemplos más destacados en la que las previsiones meteorológicas jugaron un papel fundamental fue el ataque a Pearl Harbour. Los japoneses se pusieron en contacto con diversos meteorólogos para conseguir una fecha y una hora concretas para la invasión. Y esperaron a la llegada de un frente frío. El ataque fulminante de la escuadra y de la aviación nipona a las instalaciones militares norteamericanas de Pearl Harbour fue un éxito gracias al aprovechamiento de la llegada de ese frente frío que comportaba una masa de nubes. Los aviones estaban escondidos en esa masa nubosa. Cuando el frente frío se alejó y el cielo se despejó, los aviones aparecieron por sorpresa provocando el desenlace de todos conocido.