Un nuevo ejemplo de cómo los fenómenos meteorológicos pueden llegar a cambiar el curso de la historia.

En 1281 el nieto de Genghis Khan , el Gran Khan Kubilai - Khan reinaba en China. Quiso invadir Japón y formó una formidable flota de 4.000 barcos, 40.000 mongoles y 100.000 chinos. El emperador japonés Kameyana ante la terrible perspectiva que se le presentaba pidió a la gente de su país que invocara a los dioses para que la invasión no tuviera éxito. Él mismo, hombre de mucha fe, se ofrendó en sacrificio a los dioses haciéndose el “harakiri" ante el altar de Ise. Y aquí entra la meteorología jugando un papel primordial. No sabemos si por influencia divina o más bien porque era la temporada de tifones, se acercó un potente tifón justo cuando la flota estaba llegando a la isla de Takashima, al sur de Japón. La totalidad de la flota quedó aniquilada por la potencia del fenómeno que en Japón fue bautizado como " kamikaze " o viento divino.

Marco Polo fue la persona que se encargó de dar a conocer los hechos en el mundo occidental. De todas formar un tifón puede provocar vientos sostenidos de 140 kilómetros por hora y ráfagas superiores a los 200 kilómetros por hora con olas de más de 8 metros y no hay flota que pueda aguantar semejante fenómeno. Por cierto que unos siglos más tarde la palabra " Kamikaze " se la relacionó con los aviadores japoneses suicidas contra buques estadounidenses.

Dos invasiones de China hacia el Japón anteriores a la del Gran Khan también fueron un fracaso por la intervención de fenómenos meteorológicos violentos.

Alfred Rodríguez Picó